
BUENOS AIRES, Argentina. Un virus que ha mutado más rápido de lo que se esperaba, que tuvo una exitosa adaptación al ser humano, que se transmite cada vez más fácil, que puede acelerar sus cambios si se lo presiona con vacunas más dirigidas como las bivalentes, que tiende a volverse menos agresivo y que va camino de sumarse a la constelación de virus respiratorios estacionales: ese es el retrato actualizado del SARS-CoV-2 según la perspectiva evolutiva del principal experto en virus de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Dr. Jairo Méndez Rico, asesor regional de Enfermedades Virales del organismo.

Méndez Rico pasó por esta ciudad para participar de un taller regional de la OPS con autoridades de salud de doce países sobre lecciones aprendidas de COVID-19 y preparación y respuesta para futuras pandemias, que se realiza del 17 al 19 de agosto. Y concedió una entrevista exclusiva a Medscape en español para interpretar el pasado, presente y futuro del virus que irrumpió a fines de 2019 y «probablemente, ha llegado para quedarse», según dijo, así como los efectos positivos y «colaterales» de las vacunas.
¿Cuál es su valoración de las vacunas contra COVID-19 que se han aplicado hasta el momento?
Definitivamente, han servido, han funcionado muy bien. Eso es indudable. Han disminuido dramáticamente los casos graves y las muertes. Por supuesto, no son perfectas. Sabíamos desde el comienzo que iba a seguir habiendo casos de transmisión, incluso en vacunados.
¿No había una expectativa inicial de que pudieran bloquear mejor la transmisión?
Cada vez que hacemos algo que presiona al virus a evolucionar, el virus va a tratar de cambiar para evadir la respuesta y por eso sigue infectando. Es un proceso evolutivo normal. Normalmente, los virus tienden a evolucionar para hacerse más transmisibles y así poder subsistir, pero no se vuelven más agresivos. Y eso es lo que hemos venido viendo. Por eso, cada vez tenemos variantes del virus que se transmiten muy rápidamente, que incluso pueden generar infecciones porque son capaces de evadir la respuesta inmune, pero no generan enfermedad más grave, no matan más.
Eso significa que era muy previsible que pudiera haber casos de reinfecciones, no fue una gran sorpresa. Fueron cosas que fuimos estudiando sobre la marcha porque no teníamos toda la evidencia. Pero podemos decir con toda seguridad que la vacunas funcionan: aun si una persona se puede reinfectar [habiendo atravesado una infección previa] de manera natural o estando vacunada, la posibilidad de que esté grave o muera es muy baja.