Las niñas pertenecen a todos los espacios de la sociedad. Y aunque cada vez más vemos a mujeres liderando en la ciencia, la política, la medicina o las empresas, la realidad es que para que todas tengan la oportunidad de crecer, desarrollarse y transformar el mundo, resulta imprescindible invertir hoy en su salud. Garantizar equidad en este ámbito en términos sociales, económicos y sostenibles es fundamental y en Latinoamérica es urgente.
En nuestra región, las longevas desigualdades estructurales hacen que el acceso a la salud dependa en ocasiones del lugar de residencia, el nivel socioeconómico y en muchos casos, específicamente del género. Superar esas barreras requiere ver la salud femenina como un pilar de resiliencia social y un motor de sostenibilidad, en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con iniciativas que buscan acercar la atención a quienes más lo necesitan.
Las diversas inequidades en salud femenina en Latinoamérica atraviesan el ciclo de vida de las mujeres y tienden a generar consecuencias acumulativas, generando brechas que limitan el acceso y vulneran su derecho a la salud.
En la infancia, la falta de vacunación completa deja a millones de niños expuestos a enfermedades prevenibles. En América Latina y el Caribe, uno de cada cuatro menores no recibió todas sus vacunas básicas en 2021, lo que equivale a más de 2.7 millones de niños y niñas.
Además, infecciones respiratorias causadas por virus como el RSV (virus respiratorio sincitial) siguen siendo una de las principales causas de hospitalización y mortalidad infantil: cada año, el RSV provoca alrededor de 100,000 muertes en menores de cinco años, la mayoría en países de ingresos bajos y medianos (97%). En la región, miles de familias enfrentan cada año las consecuencias de cuadros severos asociados a esta infección.
Frente a ello, la incorporación de nuevas vacunas y anticuerpos monoclonales dirigidos a lactantes ha demostrado reducir significativamente los casos graves y las hospitalizaciones, lo que contribuye a disminuir la mortalidad infantil en los primeros años de vida.
En la adolescencia, la ausencia de educación sexual y reproductiva expone a las jóvenes a embarazos tempranos: 18% de los nacimientos corresponden a madres menores de 20 años, situación que puede derivar en la muerte; la mortalidad materna se ubica entre las tres primeras causas de muerte en las adolescentes entre 15 y 19 años. Este tipo de inequidades generan ausentismo escolar y limitan oportunidades en otras áreas del desarrollo.
En la etapa adulta, los diagnósticos tardíos de distintos padecimientos pueden marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Un ejemplo es el cáncer de mama que, además de ser el más común, también es la segunda causa de muerte por cáncer entre las mujeres en las Américas. Cada año se registran más de 462,000 nuevos casos y casi 100,000 muertes en la región.
En este contexto, cuando una mujer no tiene acceso a atención oportuna, las consecuencias trascienden lo individual: se afectan familias enteras, disminuye la productividad laboral y se debilita la cohesión comunitaria. Promover la equidad en salud femenina significa, por tanto, invertir en resiliencia social, productividad económica y en la posibilidad de que las próximas generaciones crezcan en entornos más equitativos y preparados para los desafíos del futuro.
¿Cómo cerrar las brechas?
La experiencia demuestra que estas brechas sí pueden cerrarse. En los últimos años, distintas iniciativas en Latinoamérica han logrado llevar atención médica a donde antes no llegaba. Desde el uso de inteligencia artificial para interpretar radiografías y detectar a tiempo enfermedades respiratorias, hasta brigadas médicas equipadas con herramientas digitales para diagnosticar diabetes o enfermedad renal crónica en comunidades rurales, la innovación ha mostrado su capacidad para cambiar la vida de miles de mujeres.
Sin embargo, no basta con responder a los padecimientos; se trata de fortalecer todo el recorrido de las pacientes, desde la concientización y prevención, hasta el diagnóstico y tratamiento oportuno. Avanzar hacia la equidad en salud femenina exige una agenda integral que combine políticas públicas sólidas, sistemas más resilientes y colaboración multisectorial. Invertir en prevención, vacunación y educación genera beneficios sociales y económicos de largo plazo, mientras que la innovación tecnológica, desde la telemedicina hasta la inteligencia artificial, permite anticipar diagnósticos y ampliar la cobertura en zonas remotas.
Ningún actor puede lograrlo por sí solo: gobiernos, sociedad civil, sector privado y comunidades deben sumar esfuerzos para garantizar que los servicios lleguen a quienes más lo necesitan. Con base en dicho esfuerzo por transformar el futuro de la salud, AstraZeneca reconoce el poder de las juventudes como agentes de cambio.
A través del Young Health Programme, iniciativa global que combina educación, prevención y liderazgo juvenil, se han apoyado a más de 20 millones de jóvenes en más de 40 países y formado a más de 900,000 personas, incluidos líderes comunitarios y profesionales de salud; en Latinoamérica, la iniciativa h impactado a más de 146 mil jóvenes. Este trabajo, alineado con el Objetivo de Desarrollo Sostenible 3.4 de Naciones Unidas, busca reducir en un tercio las muertes prematuras por enfermedades no transmisibles para 2030, fortaleciendo comunidades más informadas, saludables y resilientes.
Girls Belong Here: Mujeres sanas hoy, comunidades fuertes mañana
“En AstraZeneca sabemos que el acceso equitativo a la salud es esencial para que las sociedades prosperen. Nuestra iniciativa Girls Belong Here refleja esa convicción. Esta iniciativa global busca visibilizar y empoderar a las jóvenes como líderes del presente, ofreciéndoles espacios de aprendizaje, mentoría y participación activa en la toma de decisiones”, explicó Alexandre Gibim, Vicepresidente para Latinoamérica en AstraZeneca.
Este compromiso se enmarca en una estrategia global de sostenibilidad que busca cerrar brechas de acceso, impulsar la resiliencia de los sistemas de salud y liderar la acción climática. Creemos que la ciencia, la innovación y la colaboración son herramientas para transformar realidades, y apostar por la salud de las mujeres es una de las decisiones más inteligentes para alcanzar la equidad y el desarrollo sostenible.
El futuro de la salud femenina depende de lo que decidamos hacer ahora. Una niña sana hoy significa una familia más fuerte mañana, una comunidad más resiliente, y un futuro más próspero para las próximas generaciones.

































