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Las órdenes ejecutivas del presidente Donald Trump y los riesgos para la salud global y el derecho a la salud

Dr. Rafael Montero. Candidato a Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, UASD.

Por Rafael Montero

Candidato a Decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, UASD.

Desde el pasado 20 de enero, el presidente de EE. UU., Donald Trump, ha estado firmando diversas órdenes ejecutivas, equivalentes a los decretos en nuestro país. Algunas de estas medidas no solo impactarán la salud de los estadounidenses, sino que también tendrán repercusiones a nivel global, a menos que los países adopten acciones para mitigar sus efectos. Aunque estas decisiones tienen un marco legal, sus implicaciones éticas son profundas.

Entre estas órdenes, destaca la decisión de retirar a Estados Unidos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), bajo el argumento de pagos desproporcionados, discrepancias políticas y una gestión inadecuada de la pandemia de COVID-19. Otra medida que afectará a países en vías de desarrollo, como la República Dominicana, es la suspensión y revisión de la cooperación internacional a través de estos programas. Varias agencias estadounidenses operan en otros países en coordinación con entidades públicas y organizaciones no gubernamentales, por lo que su suspensión podría generar consecuencias significativas.

Consecuencias de estas medidas en el ámbito local

Hasta ahora, no hemos visto ningún pronunciamiento de nuestras autoridades locales frente a estas decisiones, a pesar de la incertidumbre que generan. Aunque es difícil prever con exactitud su impacto a corto, mediano y largo plazo, algunas consecuencias ya son evidentes.

Uno de los sectores más afectados es el de las organizaciones no gubernamentales y las propias agencias de EE. UU., que están sufriendo recortes presupuestarios. En el caso de la República Dominicana, esto impacta directamente programas de prevención y control del VIH/SIDA, afectando a las personas que dependen de los antirretrovirales proporcionados a través de estas cooperaciones. La falta de estos medicamentos podría comprometer la vida de muchos pacientes, mientras reina la incertidumbre sobre la respuesta que dará el gobierno dominicano ante esta crisis.

Otro ámbito perjudicado es el de la investigación científica. Muchas universidades estadounidenses desarrollan proyectos en conjunto con instituciones de la región, incluida la UASD. Sin embargo, el Instituto Nacional de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), entidad clave en el financiamiento de investigaciones, ha suspendido la convocatoria y revisión de proyectos. Hasta que se clarifiquen las nuevas políticas, la comunidad académica enfrenta un estancamiento que compromete el avance de la ciencia y la innovación médica.

Impacto de la salida de EE. UU. de la OMS

Tal vez la medida más trascendental sea la retirada de Estados Unidos de la OMS. Aunque la organización ha sido cuestionada por su gestión de la pandemia, su papel en la mejora de la salud global desde su fundación, tras la Segunda Guerra Mundial, es innegable. Este organismo funciona como un ente asesor donde convergen expertos en salud pública y control de enfermedades, y su debilitamiento tendrá repercusiones severas.

El efecto inmediato de la salida de EE. UU. será la reducción de fondos, ya que este país aporta casi el 50 % del presupuesto de la OMS. Sin estos recursos, se verán afectados programas esenciales, como el suministro de vacunas, el desarrollo de guías de atención médica y la respuesta ante desastres naturales. Éticamente, esta medida puede considerarse una negligencia hacia las poblaciones más vulnerables.

Además, la retirada de EE. UU. compromete los esfuerzos globales de prevención y preparación para futuras amenazas. Un ejemplo es el tratado sobre pandemias impulsado por la OMS en mayo de 2024, que obliga a los países miembros a adoptar medidas para controlar la propagación de enfermedades. El incumplimiento de estas disposiciones supone un riesgo para la salud global, como podría ocurrir si el virus de gripe aviar A (H5N1), actualmente presente en el ganado vacuno, adquiriera características que le permitieran transmitirse entre humanos.

Asimismo, el Reglamento Sanitario Internacional (RSI-2005), que establece un marco legal para la detección y respuesta a emergencias sanitarias, se vería afectado. Este reglamento, de cumplimiento obligatorio en los 194 países miembros de la OMS, abarca medidas aplicables a viajeros, mercancías en puertos y aeropuertos, certificados de vacunación y la notificación de emergencias de salud pública de importancia internacional. Su correcta aplicación permite brindar apoyo a los Estados afectados y evitar la estigmatización o impactos negativos en el turismo y el comercio internacionales.

El abandono de EE. UU. de este marco de cooperación multilateral generaría una distorsión en su aplicación, lo que dificultaría la respuesta a futuras pandemias y pondría en riesgo la coordinación global en materia de salud pública.

Los países verán reducida la capacidad de la OMS, que es el organismo de referencia para la gobernanza mundial de la salud. Su debilitamiento compromete la capacidad de la comunidad internacional para enfrentar desafíos transnacionales.

Corresponde a cada nación tomar acciones para mitigar el impacto de estas decisiones ejecutivas y proteger a sus ciudadanos. En el caso específico de la República Dominicana, es responsabilidad del gobierno garantizar el derecho a la salud, un derecho fundamental consagrado en nuestra Constitución.

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