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La visión de enfermedad y no de salud en el discurso de rendición de cuentas del 27 de febrero

Rafael Montero

Docente de la Escuela de Salud Pública/UASD. Aspirante a Decano FCS/UASD 2026-2030.

Cada 27 de febrero, el presidente de la República comparece ante la Asamblea Nacional para rendir cuentas sobre los avances y desafíos de su gestión en los distintos sectores del país, una responsabilidad institucional establecida en la Constitución.

En su discurso de este año, el presidente Luis Abinader destacó importantes inversiones en infraestructura, prestación de servicios, prevención y alianzas estratégicas dentro del sector salud. Sin embargo, al analizar su contenido, se evidencia una tendencia recurrente en las rendiciones de cuentas presidenciales: una visión centrada en la enfermedad, más que en la salud.

Este enfoque no es exclusivo de este gobierno; ha sido una constante en la mayoría de los discursos de los mandatarios dominicanos. Se enfatizan los esfuerzos por atender a los enfermos, pero no se priorizan estrategias orientadas a la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, lo que revela una falta de visión holística en las políticas sanitarias del país.

Un discurso enfocado en la enfermedad

El presidente resaltó el fortalecimiento de la infraestructura sanitaria, con una inversión de más de RD$2,000 millones en la remodelación de 25 hospitales y 56 Centros de Primer Nivel de Atención (CPN). Desde 2020, se han modernizado 69 hospitales y más de 600 CPN, además de destinar RD$500 millones para equipar unidades especializadas. 

También mencionó el desarrollo de la Red Nacional de Trauma, con la inauguración del primer hospital traumatológico del Sur en Azua y la construcción de otros en Higüey, Sosúa y San Cristóbal, con el objetivo de reducir la mortalidad por accidentes de tránsito.

En cuanto a la prestación de servicios de salud, los datos reflejan un incremento en la cantidad de atenciones brindadas en 2024:

• 25 millones de pruebas de laboratorio (4 % más que en 2023).

• 7 millones de consultas especializadas (incremento del 10 %).

• 5 millones de emergencias asistidas.

• 4 millones de estudios de imágenes.

• 469,000 cirugías realizadas (19 % más que el año anterior).

También se mencionaron avances en la distribución de medicamentos y estrategias de prevención, con el relanzamiento de la Estrategia HEARTS para fortalecer la Atención Primaria, enfocada en la detección y control de enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes. Además, se amplió la cobertura de medicamentos de alto costo en un 23 %, beneficiando a 1,903 nuevos pacientes.

En relación con la mortalidad materna, neonatal e infantil, el mandatario destacó la inauguración de hospitales especializados y la creación de nuevas unidades de cuidados intensivos pediátricos y neonatales. Asimismo, resaltó la reducción del 65.9 % en los casos de dengue con la campaña “¡Ganémosle al Dengue!” y la eliminación de muertes por consumo de alcohol adulterado por tercer año consecutivo.

El presidente también mencionó alianzas internacionales, como la firma de la “Alianza para la Atención Primaria en Salud” con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y la Organización Panamericana de la Salud (OPS), que busca fortalecer la atención primaria y el acceso a la salud.

La prevención y la promoción de la salud: la gran ausente

Si bien estos logros en infraestructura, atención y acceso a medicamentos son importantes, el enfoque sigue siendo reactivo, es decir, centrado en la reparación del daño y no en su prevención. Un ejemplo claro es el tema de la seguridad vial. Se mencionó la implementación del Pacto por la Seguridad Vial y un sistema de inspección vehicular para reducir la tasa de muertes por accidentes de tránsito a 20 por cada 100,000 habitantes, pero no se ofrecieron datos sobre cuántas vidas se han salvado hasta ahora.

Es evidente que las políticas de salud en el país siguen enfocadas en curar enfermos, en lugar de prevenir enfermedades y fomentar una cultura de bienestar. No basta con aumentar la cobertura de medicamentos o modernizar hospitales; se necesitan estrategias agresivas de prevención y promoción de la salud que ayuden a reducir la incidencia de enfermedades crónicas como la hipertensión y la diabetes, principales causas de mortalidad en el país.

Me gustaría que en la próxima rendición de cuentas el presidente pueda decir:

• Cuántas muertes por accidentes de tránsito se evitaron gracias a políticas efectivas.

• Cuánto se ha reducido la carga de enfermedades crónicas debido a iniciativas que promuevan el ejercicio, la alimentación saludable y la reducción del consumo de alcohol y sal.

En resumen, necesitamos un enfoque que ponga la salud por encima de la enfermedad. Un país más saludable no se logra solo con más hospitales y medicamentos, sino con políticas públicas que incentiven estilos de vida sanos y reduzcan los factores de riesgo de las principales causas de muerte en nuestra nación.

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