Entre el 20 % y el 40 % de los pacientes con enfermedades reumáticas padecen depresión, en comparación con la población general, que es entre un 7% y un 10%.
La relación entre las enfermedades crónicas y la salud mental es compleja, profunda y frecuentemente subestimada. Un ejemplo claro de esta interacción es la prevalencia de trastornos mentales en pacientes con enfermedades reumáticas, como la artritis reumatoide.
De acuerdo a la Dra. Alexandra Hichez, en su ponencia “Perspectiva de la salud mental en las enfermedades reumáticas”, presentada en el recién clausurado VII Congreso de Reumatología, entre el 20 % y el 40 % de los pacientes con estas afecciones sufren de depresión, cifras significativamente superiores a la prevalencia en la población general, que oscila entre el 7 % y el 10 %.

De acuerdo a la reconocida siquiatra, este fenómeno no se limita a la depresión; también se ha observado que entre el 30 % y el 50 % de estos pacientes presentan trastornos de ansiedad, y la distimia, una forma crónica de depresión, afecta a entre el 20 % y el 30 % de los afectados.
Estos datos resaltan la necesidad urgente de un enfoque integral que abarque tanto el cuerpo como la mente en el tratamiento de las enfermedades crónicas. Sin embargo, la fragmentación de las especialidades médicas y las barreras en el acceso a la atención psiquiátrica complican este desafío.
Hichez señala estas dificultades y propone estrategias para superarlas, subrayando la importancia de una colaboración interdisciplinaria que integre la atención médica física y mental.
La fragmentación en la medicina moderna
Para la especialistas en enfermedades mentales, en la medicina contemporánea, las especialidades tienden a centrarse en áreas específicas del cuerpo, lo que, aunque necesario para la precisión diagnóstica y el tratamiento especializado, puede generar una visión segmentada del paciente.
Esta segmentación es particularmente problemática cuando se trata de enfermedades crónicas, donde el bienestar emocional y psicológico está intrínsecamente ligado al estado físico. Las enfermedades reumatológicas e inmunológicas son un ejemplo claro de cómo los trastornos mentales pueden coexistir y, en algunos casos, preceder los síntomas físicos.
La inflamación crónica, un componente central de muchas enfermedades inmunológicas y reumatológicas, afecta tanto al cuerpo como a la mente. Los mismos factores proinflamatorios, como la interleucina y el factor de necrosis tumoral, que exacerban la inflamación física, también afectan neurotransmisores clave, como la serotonina, la dopamina y el glutamato. Esta disfunción en los neurotransmisores puede llevar al desarrollo de trastornos mentales, a menudo antes de que los pacientes presenten los síntomas físicos más evidentes de su enfermedad.
El estigma y las barreras en la atención psiquiátrica
A pesar de la clara relación entre las enfermedades crónicas y los trastornos mentales, los pacientes a menudo se resisten a buscar atención psiquiátrica. Esto se debe, en parte, al estigma social que rodea las enfermedades mentales.
Aclara la especialista que muchos pacientes temen que al recibir un diagnóstico psiquiátrico serán percibidos como “locos”, lo que puede llevarlos a rechazar la ayuda que tanto necesitan. La anécdota descrita previamente, donde un médico evita mencionar que un colega es psiquiatra para facilitar la aceptación del paciente, ilustra esta barrera. Solo cuando los pacientes se encuentran frente al psiquiatra y se les explica la naturaleza de la consulta, se inicia un proceso de convencimiento, que a menudo es largo y difícil.
Este estigma no solo afecta a los pacientes, sino también a sus familias, quienes a veces limitan el acceso del paciente a la atención psiquiátrica. A menudo, los familiares subestiman la gravedad de los síntomas mentales o temen el costo adicional que implican estos tratamientos.
Es importante recordar que, al igual que las enfermedades reumatológicas o inmunológicas, las enfermedades mentales no tienen una cura definitiva. Los médicos y especialistas en salud mental son facilitadores que proporcionan herramientas para manejar y mejorar la calidad de vida del paciente, pero no pueden ofrecer garantías absolutas sobre la evolución del tratamiento.
La inflamación como nexo entre lo físico y lo mental
Una de las razones por las que las enfermedades mentales son tan comunes en pacientes con enfermedades crónicas es el papel de la inflamación. Los mecanismos pro inflamatorios no solo contribuyen al deterioro físico, sino que también afectan la regulación emocional y del comportamiento. Los pacientes con enfermedades reumatológicas o inmunológicas a menudo experimentan cambios de humor, irritación, entre otras manifestaciones.
































